El actor Alberto Estrella pisa con autoridad el escenario del Teatro Helénico como parte de un equipo compacto en la obra El charco inútil, del dramaturgo catalán David Desola. Interpreta a un maestro que abandonó la enseñanza después de que un alumno adolescente lo golpeó de forma brutal, y luego se relaciona con una mujer que aún no supera la pérdida de un hijo fallecido en un atentado de tren. Ambos personajes tienen un pie muy firme en la locura y otro tembloroso en la realidad. El elenco lo completan Mariana Garza y David Hevia. El ensoñador montaje está dirigido por Ruby Tagle, y tanto la escenografía como la iluminación se deben a Jesús Hernández. Alberto Estrella debutó en 1988 en El cambio, de Paul Claudel, bajo la dirección de Manuel Montoro y ganó un premio como Revelación masculina por parte de la Agrupación de Periodistas Teatrales. Desde entonces ha tenido una prolífica carrera en las tablas, cine y televisión. Hoy juega ping-pong con Laberinto.
—¿Qué es lo que más te gusta de El charco inútil? La contundencia, el poder de la trama y el desarrollo de los conflictos. —¿Qué has aprendido de la directora Ruby Tagle en este montaje? Que hay maneras diversas de abordar un texto. Yo estaba casado con una metodología que tiene que ver con una estructura de interiorizar primero; ahora me doy cuenta que se puede partir de la forma exterior, sin dejar de profundizar. Ruby es bailarina y coreógrafa, y tiene una estructura muy visual. —¿Qué has aprendido de Mariana Garza? La espontaneidad y el tomar riesgos en cada función. —¿Y de David Hevia? La inteligencia para profundizar en el texto.
—¿Qué es el teatro? Un ritual con más de dos mil seiscientos años de antigüedad. El medio que nos permite entendernos más a fondo para darle sentido a nuestras vidas. —¿Shakespeare ya lo dijo todo? Por supuesto que no. Él fue el inicio de muchas preguntas, pero antes los griegos dijeron muchas cosas y después de Shakespeare hay muchas otras por decir. —Un dramaturgo mexicano vivo y otro muerto. Sabina Berman y Víctor Hugo Rascón Banda. —Lo más importante que aprendiste de Héctor Mendoza. Que en la ficción el actor se predispone, se dispone y se da. —¿Qué es lo más difícil de enseñar como maestro de actuación? Que la actuación no se enseña, pero sí se aprende. —¿Adaptar una obra es traicionarla? Depende de quién lo haga. —Olga Harmony o José Antonio Alcaraz. Olga Harmony. —¿Para qué sirve la crítica? Para lograr que alguien se interese… o desista. —La principal virtud de un actor. La disciplina. —¿Y el peor defecto? La obsesión. —¿Aún hay miscast o ya todo se vale? Sí hay miscast y siempre lo habrá. —¿Qué es lo más difícil al escribir un libreto? Encontrar el sentido de verdad y el interés permanente. —Un actor mexicano. Ernesto Gómez Cruz. —Un gusto teatral culposo. La comedia musical bien hecha. —¿Qué es una butaca vacía? La imposibilidad de ampliar una mente. —Dos libros en una isla desierta. Dos que me marcaron para siempre: Pedro Páramo y Cien años de soledad. —Un poeta. Jaime Sabines. —Un libro que hayas releído. Releo con frecuencia La paradoja del comediante, de Diderot. —¿Qué le aprendiste a Alfonso Arau en Zapata? Que la voluntad hace posible que las cosas se realicen. Todo estaba en contra de ese proyecto y se llevó a cabo. —Una frase de Ripstein que se te haya quedado grabada. “¿Puede o no puede?”. —Y una de Jaime Humberto Hermosillo. “Una vez que sé dónde colocar la cámara, tengo todo resuelto”. —Otra de algún gurú de cuando estuviste en India. “Primero tu paz, luego lo demás”. —¿Es necesario atravesar el mundo para encontrarse con uno mismo? No. Ya lo dijo Maeterlinck en El pájaro azul: “Uno va a buscar afuera lo que tiene dentro”. —¿No era más fácil realizar la Ruta del peregrino a Talpa de Allende, en Jalisco? Sí, pero entonces no tendría una historia que contar. —¿Qué le dirías a Tony Scott si lo tuvieras ahorita enfrente? Le preguntaría por qué cortó tanto mis escenas (en Hombre en llamas). —¿Qué has aprendido en la televisión? A no menospreciar un medio que le ayuda al actor a estar activo creativa y mentalmente. —¿Y en los videohomes? Lo que no se debe hacer. —El éxito en cuatro palabras. Sentirte útil y agradecido. —¿Para qué sirve aprenderse la Tabla periódica de los elementos? Para ejercitar la memoria y presumir que te la sabes completita. —Un descubrimiento en la pandemia. Que, al parecer, yo había vivido en muchas pandemias porque me gusta la soledad. —¿Qué te ha dejado El Círculo Teatral? Un lugar al cual pertenecer. —Tu epitafio. “Afortunadamente me tardé en llegar”.